miércoles, 14 de enero de 2009

Éteis...


Desde que Peter Pan y Dirdam estaban juntos, Nunca Jamás ya no volvió a ser como antes. Ahora cada uno de los elementos que conformaban su paisaje brillaban con un color más intenso y especial. El verde que inundaba los árboles y arbustos se presentaba en toda la gama posible y las aguas jamás habían mostrado tantos azules diferentes.

Pero había días en que los colores se difuminaban. Cuando el hada y el niño no estaban bien, cuando habían discutido o simplemente cuando la tristeza llenaba sus corazones porque se encontraban lejos el uno del otro, los colores desaparecían.

Campanilla ya estaba cansada de que todo en su mundo girara ahora en torno a aquella hada, por lo que buscó una solución que disiparía aquel entramado, pero obviamente a su favor. Utilizó su talento de fabricar cosas y elaboró cuidadosamente un hada. Talló durante días una piedra y finalmente el resultado fue fantástico. El hada se asemejaba perfectamente a las de verdad y parecía tener vida propia. Pretendía meterla en la mochila de Peter Pan y que cuando éste la descubriera la historia del cuento que protagonizaba cambiase por completo. La dotaría de sus polvos mágicos de hada y con su poder lograría que este nuevo ser se llenase de vitalidad, consiguiendo así, mágicamente, que Peter cayera totalmente rendido a sus encantos.

Dirdam no terminaba de fiarse de Campanilla y más en los últimos días que la había notado algo extraña y muy, muy ocupada. Por ello, le encargó a su más fiel amigo, Sanex, que se encargara de vigilarla. Cuando ésta se enteró de los planes del hada rubia, pensó la forma de contratacar aquel maléfico plan.

Llegado el momento, Campanilla se dispuso a introducir a su preciada amiga en la bolsa del niño y a rociarla a continuación con sus polvos mágicos, pero cuando esto último iba a producirse, un pequeño perro empezó a tirarle de la falda del verde traje que la cubría. Ésta se enzarzó en una pelea que le distrajo por completo de su tarea. Este suceso fue aprovechado por Dirdam que se aproximó al gracioso objeto y puso en práctica su imaginación.

Cuando Campanilla por fin pudo concluir aquel entramado en el que se vió envuelta, la mochila ya no estaba.

Peter Pan había recogido sus pertenencias y se dirigía al lugar donde los niños sí crecen para seguir con sus tareas diarias. Ese día sabía que no vería a Dirdam, por lo que comenzó a ponerse muy triste. La consecuencia en Nunca Jamás fue la habitual en los últimos tiempos: todo pasó a ser gris. Pero de la bolsa que portaba salió disparada una pequeña hada que voló velozmente en dirección al mundo mágico. Ésta, provista de un bello pincel, comenzó a colorear todo el paisaje, el cual siguió brillando como si nunca se hubiera descolorido. Cuando Nunca Jamás volvió a tener la misma imagen, esta hada regresó al lado de Peter Pan y con su mágico pincel le dibujó una sonrisa en la cara.

Dirdam había aprovechado la obra maestra de Campanilla y le dio una utilidad mejor: con los pocos polvos de hada que aún conservaba le había otorgado a aquella figurita un talento especial: llevar los colores de Dirdam a Nunca Jamás y dibujarle una sonrisa a Peter cuando ella no fuera capaz de hacerlo. Para ello, cuando Peter Pan se encontrara mal, tan solo tenía que tocarle con la punta de su dedo índice y ésta despertaría de su estado pétreo para llevar a cabo su misión. Le acompañaría en sus viajes, recordándole lo que significaba éste para aquella y lo mucho que le gustaba que siempre estuviera sonriendo. Por ello, Dirdam la llamó Éteis…

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