lunes, 1 de junio de 2009

Bellars


Aunque parezca casi imposible, existe una dimensión paralela totalmente dedicada a las artes y la cual recibe el nombre de Bellars. Desde allí proviene toda la inspiración posible y necesaria para nuestro mundo.
Como bien cabría esperar, se trata de un precioso mundo donde no falta de nada. Un enorme y bello lago preside aquel mundo. Rodeado de nenúfares, lirios y demás flores acuáticas que contribuyen magnamente a hacer de aquel trozo de agua un paraje encantador. En el centro de tal lago se encuentra una pequeña isla a la que sus habitantes deben dirigirse para llevar a cabo sus múltiples misiones. Pero no sólo es el agua la que hace de este mundo un lugar onírico. Todo él está cubierto de miles de palmeras en cuyos troncos cobijan las pequeñas moradas de sus habitantes. Además de un fuerte foco de iluminación que hace que el día sea brillante y claro, durando este unas catorce horas de los días de 27 horas que tienen en esta esfera. De este modo, la noche tan solo está por debajo en duración con respecto a aquél con una hora, siendo trece horas de gran tranquilidad y misterio. Las jornadas nocturnas son muy importantes, ya que la figura de la noche siempre ha estado muy relacionada con las artes y se les guarda un gran respeto y admiración. Mientras haya luminosidad, se llevan a cabo todas las tareas de la vida ordinaria, las labores que para sus habitantes distan un poco de su total agrado. En cambio, cuando la oscuridad entra a formar parte de su mundo, su vida no acaba ese día y es que, por asombroso que parezca, ni siquiera duermen por las noches, sino que lo hacen cuando la luz irrumpe paulatinamente en sus días. La noche es algo mágico para ellos, destinada a que sus poderes y misiones cobren el máximo culmen, así como las prácticas y ritos a los que están acostumbrados.
Los hogares de estos individuos, como bien se ha hecho referencia anteriormente, se encuentran entre los troncos de grandes palmerales. Sus diminutas cabañas residen entre dos palmeras que cobijan con su sombra las casas, dotándolas con su grandeza de una brillante protección ante cualquier desgaste. Aunque son pequeñas casas, tienen el tamaño suficiente para albergar familias enteras. Suelen contar con unas siete ventanas, ni una más, ni una menos, las suficientes para que durante el día entre claridad y durante la noche se inunden de oscuridad, aportando pequeños candiles la luz suficiente en la noche, situados éstos en el alféizar de esos ventanales. Así mismo, las puertas suelen ser ásperas y elegantes cortinas que impiden el paso de cualquier habitante extraño y permiten la entrada a sus inquilinos.
Estos inquilinos no son otros que los curiosos habitantes de Bellars.

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